Aquí tenéis a ROQUE, nuestro estudiante del Master de Educación en su fase de prácticas, en su primer día de clase como profesor. Todos los que hemos pasado por esa primera vez sabemos que es un trago de no muy buen gusto. Los nervios y las dudas sobre si lo que se ha preparado tan a conciencia para la ocasión llegará a la audiencia de la manera que uno pensaba, ¡¡34 pares de ojos clavados en él!!, el control del tiempo y otros factores hacen que la experiencia no se disfrute como debiera. Todo ello entra dentro de lo normal. Hay que estar ahí para saber todas las emociones que en ese momento te superan.
Pero una vez superadas la primeras intervenciones y reflexionado sobre lo que ha salido bien y aquello que se puede mejorar, es cuando realmente se empieza a despertar el maestro que llevamos dentro y que no para de gritar "haz esto la próxima vez", "y si pruebo aquello..". Y ya no tiene solución. Ellos te enganchan. y quieres enseñarles muchas más cosas, y deseas emocionarles con aquello que te emociona.
A Roque ya le llaman "profe" y ese título solo lo reservan los alumnos para alguien a quien respetan porque han aprendido de él. Y cuando termine sus prácticas, le echaremos de menos porque nos ha ganado con su buena disposición para aprender y hacer, con su interés por entenderles y atender sus necesidades. Y sobre todo, por entusiasmarles con su proyecto.
Nos queda poco más de una semana con él para concluir las instalaciones que ha ideado para estudiar el tema del color y Roque es uno más. Se siente cómodo entre nosotros, ha aprendido los nombres de los alumnos y le gusta trabajar con ellos. Las horas se le pasan volando y ese es el mejor síntoma de que uno disfruta con lo que hace.
Continuará...