En breve, en 3º de Plástica, vamos a hacer una actividad sobre el claroscuro tomando como referencia un bodegón de Zurbarán que hasta el mes de mayo podéis contemplar en el Museo de las Claras en vivo y en directo. Pero antes, un poco de historia sobre sus orígenes.
El estilo Barroco se dio en Europa en los siglos XVII y XVIII y se extendió también por Iberoamérica llevado por los españoles.
Surgió como reacción frente al arte renacentista, muy formal, normativo y desnudo; el barroco es lo contrario: contrastes acusados, gran libertad creativa, exageraciones pasionales y teatralidad.
Uno de los aspectos pictóricos más aparentes y meritorios del estilo barroco es el claroscuro, llamado a veces tenebrismo. Consiste en hacer incidir la luz sobre objetos y personajes, creando unos efectos potenciados de luces y sombras que determinan una atmósfera y una perspectiva que llaman mucho la atención.
En épocas antiguas, las escenas se representaban sin tener en cuenta la luz y su contrario: la sombra. Es realmente difícil pintar los efectos lumínicos ya que son muy sutiles y obligan a matizar finamente la gama tonal de los colores, más apagados o más encendidos según la incidencia de la luz sobre ellos.
Existen también las dificultades añadidas de diferenciar la luz natural de la luz artificial y de definir el foco emisor de luz (cenital, lateral, central, etc).
En el barroco la luz se hace muy efectista y no importa que refleje fidedignamente la realidad. Importa más lo impactante, los contrastes brutales entre luces y sombras y la iluminación exagerada de lo que se desea resaltar, un personaje, un objeto, una estancia…El claroscuro lo podemos encontrar en otros periodos artísticos pero nunca tan subrayado como en el barroco. En ocasiones la diferencia entre superficies iluminadas y no iluminadas es total, apareciendo por ejemplo un rostro o un cuerpo bañado en luz y un fondo negro. Sabemos que esto no se da en la realidad puesto que las transiciones luz-sombra son más progresivas y matizadas, pero los artistas barrocos persiguen lo exagerado y brusco, convirtiendo esas transiciones en completos contrastes de algo muy iluminado y lo de al lado totalmente oscuro. Esta técnica permite resaltar lo que se desea y centrar la atención del espectador sobre ello, sin distracciones ni dispersiones.
Estos son algunos de los cuadros de grandes maestros barrocos del claroscuro:
Caravaggio
.................................Los músicos, 1595
Vermeer
..................................El geógrafo, 1669 ...................La muchacha con el pendiente de perla, 1665
Rembrandt
..............................Saskia como Flora, 1634
Velázquez
..............................Cristo crucificado, 1632
...................................Las Meninas, 1656
Murillo
............................Mujeres en la ventana, 1670
o Zurbarán
..................Bodegón con limones, naranjas y rosa, 1633
En todos ellos ves atmósferas mágicas y envolventes protagonizadas por la luz y sus efectos.
Observa que, en ciertos casos, esos efectos nos acentúan la sensación de profundidad y tridimensionalidad, engaño visual muy necesario en la pintura. Diferenciar los distintos planos con iluminación diferente crea la ilusión de espacio físico y corporeidad de los personajes y objetos. ¿No os parece que incluso podéis respirar ese aire y ver el polvo flotando iluminado por los haces de luz?